sábado, 11 de enero de 2014

La Locura De Las Sombras.

 ¿Qué si algo tiene sentido?, las cosas dejaron de tener sentido desde el principio, todo siempre mantuvo la innegable tendencia que se encamina como espiral descendente hacia el abismo de la locura.

 ¿Qué hay en mi ? Solo esas siniestras sombras acechantes que están siempre listas para resurgir al mas mínimo roce o insinuación.  Las auras corruptas de mis noches en vela sin ningún motivo me siguen atormentando. Mi realidad es distante a la constante del tiempo, eso hasta hace poco he terminado por saberlo.


 Especulando sobre mi mismo, he caído en la desgracia, tal cual siempre ha sido mi terrible suerte. Me encuentro tirado y desnudo ante el eterno suplicio de mi situación mientras caigo de nuevo en cuenta de que siempre, por alguna extraña razón, me adjudico el derecho de juzgar mi vida como una vida infeliz y carente de matiz.


 Cual fuerá la naturaleza de mi canto, siempre en esta historia habrá una constante. La desgracia, que espera el momento propicio para invadirme y hacerme el ser mas mediocre y sin lengua, qué por lo menos yo he conocido. 


 Mis penas no nacen de algo externo, nacen de mi mismo, infinidad de veces me he visto inmerso, pensando en la terrible vorágine que en algún tiempo lleve por vida, y que sin duda desgasta mi esmalte con cada deformidad que se empeña en mostrar ante mis ojos.


 "No habrá mas de donde provino el derecho divino de poseerme, las puertas estarán cerradas para aquel impuro que ose manipularme, a mi y a mis sentimientos con vanales tragedias que no trascienden en mi magnifica estela".


 Clamando oraciones injustas, la gran catedral rompe su implacable silencio, se hace verdadero el quejumbroso deseo de expresar esas citas inhumanas y mezquinas. 


Contemplando la lejanía me doy cuenta de que tan omnipotente se hace en mi el sentimiento de querer poseer algo que no puedo adquirir. ¿Qué si no felicidad exijo, al menos a mi mismo?, con la cruda determinación en mi corazón, me aventuro a encontrar el sentimiento que me lleve a donde deseo.


 No podría simplemente huir, pues las sombras me impiden el paso apresurado, metiéndose entre mi conciencia para dejarme desparramado, recogiendo los pequeños trozos de mi sapiencia del suelo, lo he probado un sin fin de veces, cuando me espanto ante la aparición de aquellas obtusas sombras, que reptan por las esquinas y en los ángulos que se forman de mi cuerpo al corromper la luz.


 Las veo reírse, o al menos  confundo con ese gesto su baile obsceno. Esas malditas sombras solo se contonean pues no me cuestionan ni hacen alarde de su condición de criatura animada. Me asusta el pensar en que la agresión es inminente, pues incontables veces las he visto abalanzarse hacia mi, siempre sin llegar a tocarme. Me aterra, el verlas seguirme como esperando un espacio para que puedan materializarse, siempre asechando y esperando.


 Pasan, corren y se arrastran las sombras que mis preciados objetos plasman en el suelo. las veo ir y venir, y en ocasiones las siento sobre de mi.


 Es traumatizante el pensar en la existencia de las petrificantes sombras como una verdad. Pues ni por asomo podría revelarle a alguien mis visiones oscuras de esos seres, que respiran y  se comunican con esas horrorosas y morbosas señas.



  Están ahí todo el tiempo, no parecen querer irse, ni calmarse, ni ser comprendidas. Solo cumplen su labor como ser aterrador, pues son miles de ellas, en todos lados mi demencia las hace visibles.


 He pensado en la forma de evadir el lidiar con mi ya poco cuerdo cerebro, pues aun que me sienta hervir en la esquizofrenia, mis procesos cognitivos nunca mermaron del todo, y alguna vez pensé en provocarme una ceguera, para no confrontar a las horripilantes imágenes que mi mente sugiere.


 Pero me aterra la mórbida idea que surge después de meditar con fiera introspección esa opción. ¿Y si vienen en otras formas?, El no verlas solo me haría en verdad enloquecer, pues siento crucial aun que sea el saber como lucen fuera de ese plano bidimensional. 


 Es por eso que tomé la decisión hace tiempo, orillado por la insufrible agonía de mi mente, de cometer el pecado que me negara el cielo, pues ni por temor a dios puedo seguir soportando esta mal inoculada desdicha.


 Desnudo y frente a mi señor, me resigno y me predispongo con el cuchillo en mano, mientras las sombras gesticulan una perversa marejada de risas. Estoy tan harto, no puedo mas, y procedo a despegar la piel de mis brazos con furia, y el dolor se hace cada vez mas incontenible, los cortes son profundos y siento mi cuerpo desvanecer tras sentir el vaciar del liquido rojo y vital por mis trazados y violentos cortes.


Y una vez mas las veo, ¡las veo! Las veo desplegarse, y acercarse a mi débil cuerpo, rompo en llanto y en inquietante ataque de ansiedad, pues están como siempre estuvieron, esperando a que pierda la conciencia por completo.